Tamizar la harina de trigo junto al té verde matcha.

Repartir el azúcar en partes iguales, en dos recipientes distintos.

Separar la clara de las yemas. En un recipiente de azúcar, agregaremos las claras, en el otro las yemas.

Batimos las claras a punto de nieve. Reservamos.

Batimos las yemas, hasta observar que blanquea. La textura será espesa. A esta mezcla agregaremos los demás ingredientes.

Añadir el aceite y mezclar suavemente.

Agregar la leche mientras seguimos removiendo.

Incorporar la harina y el matcha (no todo de un golpe, si no en fracciones). Mientras, removemos mediante suaves movimientos envolventes.

Añadimos la clara en pequeñas porciones. Remover suavemente de forma envolvente.

Vertemos la masa en un molde rectangular, al que previamente hemos forrado con papel vegetal. Expandimos bien la masa, para aplanarla e igualarla.

Golpear el molde un par de veces contra la encimera para retirar las burbujas de aire, que pudiera contener la masa.

Hornear durante 13 minutos a 180º

Mientras se hornea el bizcocho, montamos la nata a punto de nieve. Si nuestro anko no es muy dulce, podemos añadir un poco de azúcar a la nata montada.

Añadimos el anko y mezclamos con suavidad. Dejamos reposar en la nevera.

Retiramos el bizcocho del horno y lo dejamos enfriar, tapado con papel film, para que no se seque. Una vez frío, quitamos el papel film y el papel vegetal, con cuidado para que no se rompa el bizcocho.

Lo colocamos sobre un nuevo papel vegetal, para que nos sea más fácil enrollarlo.

Realizamos un corte oblicuo sobre un lado del bizcocho. Ese será el final del rollo.

Untar la crema de anko al bizcocho. Cuánto más nos acerquemos al final del rollo, menos cantidad de crema agregaremos. Nuestro relleno debe tener forma de cordillera.

Enrollamos el bizcocho lentamente. Reservamos durante una hora en la nevera, antes de cortar. Lo mantendremos enrollado en el papel vegetal, debidamente cerrado.

Sacamos de la nevera, desenrollamos y cortamos. Servimos.

¡Listo para disfrutar!